Francisco Fuertes. Árboles, rocas, paisajes
17 febrero-26 abril 2015
El Museo de Teruel presenta la exposición del pintor Francisco Fuertes (Singra, 1946-Barcelona, 1994). El comisario de la muestra, Ernesto Utrillas, ha hecho una selección de 103 obras, 90 dibujos de diferentes formatos, 12 pinturas y una escultura.
Pese a que buena parte de la existencia de Francisco Fuertes giró en torno a la creación artística, apenas expuso en el transcurso de una vida truncada prematuramente. Tan sólo una juvenil exposición en la Sala Bayeu de Zaragoza, y una solitaria exposición en la Galería Lleonart de Barcelona en 1988 componen su breve curriculum expositivo. Un curriculum que apenas deja intuir, tras lo reducido del mismo, que Francisco Fuertes, desde muy temprano y hasta su pronta muerte, vivió para, por y a través del arte.
Aunque se interesó por la fotografía, preparó una exposición de esculturas y pintó numerosos paisajes, es el dibujo el que se va a convertir en el eje tanto de su obra artística como su existencia vital. Francisco Fuertes dibujaba de forma obsesiva los árboles de su alrededor, el paisaje del Jiloca durante sus regresos vacacionales, como una forma de hacer mano, para luego recrearlos a base de experiencia, con la fuerza de lo que se ha interiorizado, de lo que forma parte ya de uno.
Él mismo describió su forma de trabajar: “Con bastante frecuencia hago dibujos sobre árboles que no existen en la realidad, en el momento que los hago no siento que estoy expresando tal o cual sentimiento. Pero cuando han pasado unos días y miro aquellos dibujos me hacen ver con una gran claridad, sentimientos que en un momento dado han existido en mi interior y que yo he sido más consciente de ellos después de dibujar estos árboles y analizar sus formas.”
Tres son los motivos que va a centrar su interés: los árboles, cargados de vivencias con el paso de las estaciones, del tiempo, de la gente; las rocas inmutables que se yerguen con la fuerza de un tótem, con el desgarro de un muñón, ocupan buena parte de sus dibujos en una enorme variedad de formatos; y el paisaje, evocado a través de la pintura al óleo. Unos paisajes desnudos sin apenas vegetación; tan sólo, en algunos de ellos, aparecen unas corpóreas carrascas que modulan el espacio, o unas montañas que en lo alto cierran el horizonte.
Pero aunque en su obra queda evocada la esencia de los referentes iniciales, lo que realmente estamos viendo, en los árboles, las rocas, y los paisajes de Francisco Fuertes no es otra cosa que el reflejo de los mutables estados de ánimo del artista.
